En Madrid, vuelven al trabajo sin mascarillas para todos y con miedo al virus

Con miedo o sin él, los profesionales de los sectores no esenciales que pararon hace dos semanas al no poder desarrollar sus funciones desde casa ya han vuelto a sus puestos de trabajo.

El coronavirus todavía mata, pero su velocidad de expansión es mucho menor que entonces, lo que ha propiciado que la construcción, la industria o la asistencia a domicilio se hayan reactivado. Aunque de momento sin equipos de protección generalizados y a medio gas.

Madrid volvió a despertarse ayer con el ruido de las taladradoras de las obras, con el movimiento de las grúas sobre los tejados y con vida en los andamios. «Está solamente la mitad de la plantilla, menos de treinta personas, para que podamos garantizar la distancia de seguridad», explicó el encargado de una edificación del distrito de Retiro. La constructora les proporcionó mascarillas, guantes y lejía para desinfectar, al menos tres veces al día, las zonas comunes como baños y comedor, además de una fumigadora para que pudieran llevar a cabo tal tarea. «Parar la obra es una millonada, por eso tenemos que seguir trabajando a pesar del coronavirus», continuó el responsable.

«Cuando se puede»

Sin equipos de protección y siguiendo las normas de seguridad «cuando se puede». Así volvió la construcción a la actividad en la Costa del Sol. Además, al igual que en Madrid, no fue un regreso al cien por cien. Muchas empresas han decidido esperar a la evolución de la pandemia antes de revertir los ERTE ya presentados. Los que volvieron son grandes empresas, como Ferrovial en la salida 222 de la A-7, donde las distancias de seguridad no siempre se cumplen. Un operario lo explicó: « Los que estén haciendo una pared juntos, tres o cuatro, pues no guardan la distancia porque no se puede, pero nosotros sí tenemos mascarillas».

No corrieron la misma suerte los tres empleados de OHL en Mijas, donde se levanta un aparcamiento público para 800 coches. «La empresa no ha podido adquirir por el desabastecimiento y el Gobierno no nos ha repartido», afirmó Rafael Núñez, oficial de una obra donde ahora trabajan tres personas. «He venido solo y mis otros dos compañeros han venido juntos, pero una delante y otro detrás», señaló Núñez, quien dijo que los que peor lo pasan son los autónomos, como los conductores de maquinaria pesada. «Con una jornada impuesta de siete horas no sacas nada más que para el gasoil y pagar autónomos», afirmó este oficial de obra, quien explicó que las subcontratas no han vuelto al trabajo porque no les es rentable y que la jornada de ocho a tres les va a retrasar.

En Castilla y León, la vuelta al trabajo fue también al ralentí, con las plantillas a la mitad y con la preocupación puesta en la adopción de las medidas de protección. En los polígonos industriales la actividad no llegó al 50 por ciento, entre otras cosas porque no hay pedidos suficientes para arrancar la producción. Además, la falta de mascarillas fue un problema añadido al que, en muchos casos, hicieron frente de manera individual los propios trabajadores, como reconoció Miguel Ángel Sobrino, uno de los gerentes de la empresa Insoto, que realizó hasta seis llamadas a distintos proveedores para comprar mascarillas sin resultado alguno.

La otra gran inquietud es no tener la certeza de si incorporarse al trabajo es lo correcto. «Desde un punto de vista económico podía ser necesario, pero por salud…» reflexionó José Berzal, uno de los socios de Bricomaderas, de Valladolid, que ayer volvió a trabajar junto a dos empleados más (de los 16 de la empresa) y después de rescatar las mascarillas que sobraron de una limpieza de la nave. Roberto González, trabajador de Impermeabilizaciones Zamora, tuvo ayer la misma duda. Retomó su actividad en una obra en Segovia y hasta allí se desplazó con otros dos trabajadores «en una furgoneta amplia y cumpliendo con las medidas de seguridad». González, sin embargo, consideró que «todavía no es el momento» de volver al trabajo: «Aún existe mucho riesgo».

González coincidió con otros siete compañeros y sostuvo que cumplieron las medidas de prevención, guardando distancia y utilizando los equipos de protección individual. «Si no, el encargado te llama la atención, puede avisar al jefe y que tengas problemas», comentó González. Además, el responsable de su empresa dotó de mascarillas, guantes y gel hidroalcohólico. Sin embargo, de camino a Segovia detectó que en otras obras se cumplían «poco o nada» las medidas de seguridad. Incluso vio cómo trabajadores llevaban mascarillas de tela que no eran las adecuadas.

Incertidumbre

También volvieron las trabajadoras del hogar. O, como reseñó Rafaela Pimentel, portavoz de Territorio Doméstico, aquellas que no estuvieran ya trabajando. «Hay compañeras que desde que estalló la pandemia están internas en las casas de los ancianos que cuidan para evitar contagios», puntualizó esta mujer que, precisamente, no pudo volver a su trabajo pese a tener permiso para ello. «Al principio me contagié y llevo ya veinte días encerrada, pero voy mejor», reconoció. No obstante, la situación entre las empleadas del hogar, aunque se les permite trabajar, es dispar. «Hay a quien sus jefes le han dicho que se vaya a casa, lo que perjudica especialmente a las que trabajan por horas. Si no trabajan, no cobran», lamentó la portavoz.

Y si el miedo al contagio impide trabajar a algunas, la incertidumbre también inquieta a los autónomos. En Galicia, según pudo saber ABC, preocupan la escasez de clientes y las dudas sobre la suficiencia de material sanitario, dos circunstancias que imputaban a la falta de previsión y la «ineptitud» del Gobierno.

«Está bien que se repartan mascarillas y guantes, pero ¿durante cuánto tiempo? ¿Va a haber existencias para todos?», se preguntó Manuel, técnico de mantenimiento de instalaciones deportivas privadas. Luis, fotógrafo autónomo en la zona rural de La Coruña, lamentó por su parte la futilidad que supone retomar la actividad en un momento en el que la sociedad sigue parada.

«Sí, podemos empezar a trabajar, pero no nos sirve de mucho. Estamos en temporada de comuniones y bodas y no tenemos clientes accesibles porque sigue sin poderse salir a la calle. Tendremos que posponer los reportajes, pero al hacerlo se solapan fechas y nos va a ser imposible atenderlos a todos; aparte de que llevamos dos meses sin facturar y cargando con todos los gastos», reprochó.

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