Mientras los ojos del mundo estaban en Gaza, ISIS y los grupos iraníes tomaron el control de varias áreas cercanas a Bagdad

Las milicias chiítas aliadas a Teherán han sabido ocupar espacios estratégicos en un vasto territorio del país, incluso fortaleciendo su presencia en torno de capital

Los grupos paramilitares apoyados por Irán han sabido usufructuar la última escalda militar en Gaza para avanzar sobre el control de Bagdad y otras ciudades de Irak.

Durante las últimas tres semanas, mientras la mirada de la comunidad internacional se focalizaba en la crisis palestina-israelí, las milicias chiítas aliadas a Teherán han sabido ocupar espacios estratégicos en un vasto territorio del país, incluso fortaleciendo su presencia en torno de capital del país.

La situación se agravó dramáticamente en IrakTambién reapareció el ISIS (Estado Islámico, por sus siglas en inglés), el grupo terrorista percibió la oportunidad táctica para infiltrarse en al menos tres zonas del país de donde había sido expulsado en el pasado y está regresando.

El pasado jueves, funcionarios iraquíes han denunciado ante el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas (CSONU) que varias áreas y ciudades circundantes a Bagdad han sido infiltradas por combatientes salafistas de ISIS y por milicias chiítas que responden al régimen iraní; ambos grupos parecen ser portadores de intereses y agendas diferentes, pero no tan distintas y esperan el momento adecuado para un ataque que les permita expulsar a las fuerzas estadounidenses estacionadas en Bagdad.

Este escenario fue denunciado también por las agencias de seguridad iraquíes que detectaron actividad mucho más alta a la normal de parte de las milicias favorables a Irán y también informaron de la infiltración de cientos de elementos del ISIS que han llegado al país durante los días del conflicto entre Hamas e Israel en la Franja de Gaza. La inteligencia iraquí pidió a las fuerzas de seguridad que concentren su atención para contrarrestar la expansión de las milicias, como también de los yihadistas sunitas de ISIS, que han tomado beneficio de la situación y buscan establecer áreas de dominio en la zona circundante a Bagdad desde las que pueden realizar fuertes ataques contra la presencia estadounidense y sus bases allí.

Por otra parte, fuentes de seguridad iraquíes que no acuerdan con la presencia de los grupos paramilitares pro-iraníes denunciaron ante la cadena árabe al-Arabiya que en las últimas tres semanas las milicias respaldadas por Teherán han reafirmado su control en el primer y segundo cordón suburbano de Bagdad llevando la situación a los niveles de marzo de 2020, cuando EEUU comenzó los primeros movimientos relacionados a su retirada de tres bases situadas en las afueras de la capital. Aquel retiro estadounidense dio lugar a una transición en la búsqueda de cierta normalización jurisdiccional para que Irak se haga cargo de la seguridad en esas áreas luego de las operaciones de la coalición contra un ISIS supuestamente vencido.

Un hombre pasa por delante de una bandera del Estado Islámico (Europa Press)

Según las autoridades iraquíes, el problema se centró en que las milicias sostenidas por Irán han extendido su base de poder sobre el terreno y hoy están presentes en torno a las bases de cooperación militar con presencia estadounidense que han sido atacadas en varias ocasiones con misiles lanzados por los grupos yihadistas pro-iraníes desde 2020. En ese sentido, la mayor preocupación para la administración Biden y sus socios en el gobierno de Irak lo constituye la organización terrorista apoyada por Irán conocida como Kata’eb Hezbollah, que según declaraciones del Secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, “extendió su presencia y fortaleció sus capacidades militares en torno a las bases donde hay personal militar estadounidense pero también en el paso fronterizo iraquí-sirio de Qaim, en la provincia de Anbar”. La autoridades militares de Irak, cruzaron las declaraciones de Secretario Blinken indicando que “la situación no era nueva y que habían informado de ello a Washington horas después de la evacuación de las primeras tropas de EEUU de esa zona, en abril del año pasado y que lo reiteraron al Pentágono inmediatamente después de asumir la presidencia Joe Biden”.

Los oficiales iraquíes sostienen que el conflicto en Gaza sirvió también a la organización terrorista Asa’ib Ahl al-Haq, la que siempre se mantuvo desplazada en el primer cordón circundante a Bagdad en el norte de la capital, puntualmente en el área de Balad, desde donde lanzó ataques con cohetes contra una base estadounidense. Los iraquíes indican que como respuesta, Estados Unidos les ordenó transferir el control de las fuerzas de seguridad en dirección a Taji en febrero de 2021, lo cual ha exhibido una alarmante y peligrosa falta de coordinación de Washington en una zona de alta actividad terrorista y considerada crítica.

Por estos días, según señalan funcionarios de seguridad iraquíes, ambos grupos, los chiítas respaldados por Irán y los salafistas yihadistas de ISIS, están ocupando el vacío de seguridad dejado por la transferencia de la base con el peligro a la estabilidad que ello significa.

De acuerdo a informes publicados por la website (en idioma árabe) del periódico libanés An-Nahar, funcionarios de las fuerzas iraquíes que combaten contra ambas agrupaciones, yihadistas de ISIS han intensificado sus ataques con explosivos en rutas y caminos contra vehículos militares de transporte de tropa y logística operados por iraquíes pero contratados por EEUU que se desplazan a través de los cordones suburbanos de Bagdad y hacia el este, en dirección de Anbar. En tanto que las áreas ubicadas hacia el sur, de camino a Salah al-Din, son una zona abierta donde operan los grupos yihadistas pro-iraníes.

Una protesta organizada por los chiítas en Baghdad (AP/Archivo)

Los ataques recrudecieron durante la escalada entre Hamas e Israel. Sin embargo, habían comenzado en marzo de 2020 y se incrementaron fuertemente desde febrero de 2021, luego de la llegada del presidente Joe Biden al Salón Oval.

El objetivo de las milicias es doble, por un lado buscan presionar a las empresas privadas y las agencias de gobierno iraquíes para que no cooperen con Washington; por el otro, buscan intimidar a la administración Biden para que acelere el retiro de sus tropas haciendo que la presencia estadounidense en Irak sea más compleja y difícil de mantener. Al mismo tiempo, presionan a EEUU para que flexibilice su posición con Teherán en dirección a las conversaciones recientes de Viena en materia de un nuevo Acuerdo Nuclear entre EEUU y la República Islámica de Irán.

Las milicias chiítas respaldadas por Irán también ejecutan sus operaciones militares contra ISIS para expulsarlo de Irak, pero a la vez expanden su presencia en toda la zona norte de Bagdad. En esa tarea, utiliza su cobertura de combatir al ISIS en varias ciudades para ampliar su dominio a lugares claves a lo largo de las rutas hacia Bagdad. Así, los grupos pro-iraníes abusan de su posición como fuerzas de seguridad que luchan contra ISIS pero al mismo tiempo ejercen total control económico de todos los accesos a la capital, y de ese modo, controlan y someten a la población sunita independiente y a las fuerzas de seguridad iraquíes.

Mientras tanto, ISIS tiene como objetivo organizar ataques que tengan alto efecto en Bagdad y el sur del país con el fin de deslegitimar a las Fuerzas de Seguridad iraquíes y al gobierno de Irak liderado por chiítas. Sus combatientes disponen de refugios seguros y se ha fortalecido en las afueras de la capital con el objetivo principal de llegar a Bagdad y tomarla. Para ello, ISIS desplegó docenas de células que se han hecho fuertes en el noreste de Salah al-Din en los últimos cinco meses.

La administración Biden deberá tomar decisiones en el corto plazo y no demorar la implementación de las medidas necesarias para evitar que Irak naufrague en una situación anómala de “limbo geopolítico”. Esas decisiones no pueden postergarse porque los grupos terroristas de ISIS e Irán perpetuaran el conflicto étnico-confesional y harán estallar por el aire al país para alcanzar su proyecto de controlarlo, lo que fracturaría nuevamente la convivencia de la población sunita y chiíta iraquí y retrotraería al país a sus días más oscuros de enfrentamientos y violencia.

Fuente: Infobae

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