La tenaz oposición de Amazon contra sindicatos

La multinacional inicia una batalla legal para impedir que sus trabajadores se organicen en Estados Unidos.

A Amazon le crecen los sindicalistas. En plena pandemia, el gigante mundial del comercio electrónico duplicó sus beneficios hasta los 18.105 millones de euros en el último año, pero la compañía aún comandada por Jeff Bezos -quien se disputa con Elon Musk el título del hombre más rico del mundo-, se ha visto salpicada por una serie de escándalos relacionados con su aversión a los sindicatos. El éxito de la plataforma se debe, en buena medida, a la flexibilidad que se les exige a sus trabajadores rasos (almacenes y transporte) y a la estrategia, bien medida, de impedir que se organicen para reclamar mejoras laborales.

Los sindicatos, esas organizaciones de trabajadores vinculadas a la industria tradicional, parece no encajar en los planes tecnológicos de Bezos. Su compañía no solo se las ha visto y deseado en Europa para mantener a raya las demandas de sus empleados. Ahora se enfrenta a un incendio en casa porque los trabajadores de la multinacional en Bessemer (Alabama, Estados Unidos) votaron a lo largo de febrero y marzo si quieren o no organizarse en un sindicato. Estos días se está haciendo el escrutinio. La validez de cada sufragio es analizada de forma individual por parte de la empresa, que ya es el segundo mayor empleador del país, y los trabajadores, según informe Efe.

Amazon no está dipuesta a ceder terreno. Llevará hasta el final su batalla contra la creación del que podría ser el primer sindicato de trabajadores de la compañía en Estados Unidos, una iniciativa que si sale adelante obligará a la firma a tratar por primera vez con un grupo organizado de empleados.

Batalla legal

«Aunque (los prosindicalistas) ganen, lo que ocurrirá a continuación es que Amazon presentará una queja alegando que la elección no se celebró de la manera debida», vaticinó en una entrevista con Efe el experto en la compañía y profesor de la Universidad George Washington, Robin Gaster. El autor del libro Behemot, la subida de Amazon: poder y seducción en la era de Amazon apunta que esta previsible queja se presentaría ante la Junta Nacional de Relaciones Laborales, dominado por una mayoría de vocales republicanos nombrados por la Administración Trump y más favorables a los intereses empresariales. La batalla legal se presenta larga y dura.

Estratagemas

Pese a que Amazon lleva más de 25 años operando y tiene en plantilla a unos 800.000 trabajadores en Estados Unidos, estos no cuentan con ninguna organización gremial, consecuencia directa de la fuerte oposición de la empresa y de un modelo de empleo basado en unos altos índices de rotación. «Es un entorno muy difícil para que se formen sindicatos porque estos requieren confianza y solidaridad entre los trabajadores, pero en Amazon no les da tiempo porque los trabajadores están constantemente entrando y saliendo», apunta Gaster.

Además, según el experto, la empresa puede filtrar con relativa facilidad -mediante entrevistas y el análisis de su historial laboral- a los canditatos de una oferta laboral para asegurarse de que no son favorables a la sindicalización.

Entorno hostil

«Amazon es muy hostil a los esfuerzos por sindicarse y han aprovechado que en los últimos cuarenta años el clima para las organizaciones sindicales ha sido muy difícil», explica Peter Meiksins, profesor emérito de Sociología en la Universidad Cleveland State de Ohio. En el caso de Amazon los expertos apuntan a que se añade un componente de cultura de empresa. La multinacional exige un compromiso absoluto con la «misión» corporativa y los sindicatos son vistos como una brecha en ese empeño.

Esto lo muestra con políticas como la opción que ofrece cada mes de enero a sus empleados de abandonar la firma voluntariamente si no están a gusto, con una compensación de 1.000 dólares por año trabajado, pero con la promesa de que jamás volverán a trabajar para ellos. «Amazon puede entenderse como una secta» en la que todo vale para satisfacer al cliente, aunque ello suponga llevar a sus empleados al límite para reducir el coste final del servicio, remacha Gaster.

 Espionaje

La estrategia e Amazon para neutralizar sindicatos ha dado lugar a circunstancias obscenas. En septiembre del año pasado, la empresa tuvo que retirar dos polémicas ofertas de empleo en las que se demandaba, entre otras tareas, vigilar «amenazas sindicales». Las dos ofertas aparecían publicadas en la web de reclutamiento de la compañía para sus instalaciones en Phoenix (Arizona, Estados Unidos) y la función de los puestos era recabar información sobre posibles amenazas tanto dentro como fuera de la empresa.

Esas tácticas no se ciñen al mercado estadounidense.También se han expandido a España. El pasado mes de diciembre, el sindicato Comisiones Obreras en Cataluña denunció que Amazon había contratado una agencia de detectives para espiar a trabajadores y sindicalistas de la planta de El Prat de Llobregat (Barcelona) para seguir el desarrollo de la huelga de centros logísticos y transportistas de octubre del 2019. Estos detectives habrían realizado fotografías de los huelguistas y elaboron informes de trabajadores y sindicalistas afines a ese sindicato. Amazon también cuenta con una estación logística de O Porriño (Galicia), que emplea a 260 trabajadores y da servicio a las 400 pymes que venden con él.

Los empleados de Amazon en Italia también están en pie de guerra. El pasado 22 de marzo iniciaron una huelga para protestar por las condiciones precarias que la empresa les obliga a aceptar. Un buen número de empleados reparten 180 paquetes al día. Por cada persona en plantilla hay al menos tres con contratos flexibles y temporales, y la gran mayoría tienen un horario excesivo por las remuneraciones tan bajas que ofrece la empresa.

Fuente: El Dia

Comentarios